Como platicamos en nuestra nota anterior, es necesario conocer las variables que mantienen la construcción y perpetuación de las violencias en la movilidad urbana, para desestructurarlas y comenzar un periodo donde dicha movilidad, se establezca como un derecho humano de tercera generación.
Una de ellas es el uso que damos al espacio público a través de los desplazamientos que realizamos en el campo vial, explicaré primero lo correspondiente a esta relación entre usos y luchas del espacio público:
En primer lugar, se entiende como espacio público todo escenario ó lugar que está destinado a ser compartido por varios agentes. Para nuestro caso "agentes viales", es decir, peatones, ciclistas y vehículos motorizados, mismos que defienden y luchan por ser parte de un espacio que les permite mantenerse en cierta armonía vial.
En segundo lugar, el campo vial puede ser entendido como aquel escenario donde se da el entramado social que involucra a dichos agentes sobre determinadas reglas a seguir tales como: Peatón-banqueta, ciclista-ciclo-vía y vehículos motorizados-superficies de rodamiento destinadas para ellos.
Finalmente, podemos constatar que no está equilibrado el número de acciones o programas para realizar desplazamientos entre peatones, ciclistas y conductores de vehículos motorizados, por lo que las políticas públicas que tratan de normar la lucha en el campo vial entre los mismos, continuamente intentan prevenir los decesos de los más vulnerables de manera fallida, dicho ejemplo lo podemos observar en las grandes obras públicas que privilegian la movilidad motorizada vs acciones sostenibles de bajo recurso pero alto impacto como el urbanismo táctico que privilegia la movilidad activa.
Por lo tanto, una de las primeras acciones que deben priorizar los nuevos gobiernos es la cultura vial: Hablar de cultura vial va más allá de interiorizar normas o reglas para traducirlas en el campo vial. La teoría de Bourdieu es útil para afirmar que el campo vial, es decir, del tránsito vehículo-peatonal, las disposiciones prácticas y actitudinales se caracterizan por las reglas objetivas que norman el campo vial (respetar la luz ámbar haciendo alto total antes de que el semáforo cambie a rojo): Y por otro lado, en cómo son interpretadas a través de los agentes (acelerando durante la luz ámbar para alcanzar a pasar antes de la luz roja); Lo que se conoce como reglas subjetivas que se demuestran a través de los patrones de conducta vial, pudiendo entonces explicar la existencia de un habitus vial. El término de habitus entendido no como un código colectivo de respuestas a problemas compartidos, sino como un conjunto de principios de percepción, valoración y actuación debidos a lo que nos han inculcado y nos ha formado desde el origen de nuestra trayectoria social (Bourdieu 1984: 268), entiéndase desde que nos enseñaron a "movernos en la ciudad".
El problema de ésta lucha entre agentes es que la construcción histórica del habitús vial en México no contiene factores de contención para evitar o disuadir la violencia en el campo vial. Reproducimos un sistema de prácticas de movilidad vial que nadie nos enseña y, que solamente imitamos por creencias, malas enseñanzas cuando aprendemos a conducir ó nula importancia por el cuidado del otro, aunado a ello una ausencia de la autoridad vial para hacer cumplir las normas establecidas en ese juego de roles que se cristaliza durante las "horas pico" en la jungla de asfalto.
Fuente:https://www.booktopia.com.au/streetfight-janette-sadik-khan/book/9780143128977.html
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